sábado, 27 de febrero de 2010

Te repito,
te imagino sin sentido
no te conozco.
Te saco en copias
de mediocridad.
En pocos lados las vistas
quieren color,
brillan apetitosas
desordenando el llamado.
La voz cuelga
la humedad de tu silaba.
El estruendo de las monedas
penetra en lo oscuro
a pedir señales de destino
en la hipocrecia que se destila
por esos dulces y el encierro
El incienso, encendiendo el aura,
se deshizo bailando.
Los puntos en la huella digital
que me evitan en dilusión,
sus miradas neuralgicas,
insisten inconstantemente
como el fuego que idea
tu carne

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